jueves, 23 de junio de 2011

LAS EMOCIONES EN EL APRENDIZAJE

  Aprender es una habilidad implícita a vivir importante para adaptarnos a nuestro entorno. Parte de esta adaptación se la debemos a las emociones, que constituyen una fuente de información muy valiosa para hacer aquellos cambios que sean necesarios para nuestro bienestar. Del mismo modo las emociones influyen directamente en nuestra capacidad de aprendizaje tanto positiva como negativamente.
    Las emociones poderosas (ira, ansiedad, tensión o tristeza) desvían la atención hacia las preocupaciones interfiriendo el intento de concentración en otra cosa. Cuando las emociones entorpecen la concentración, se paraliza la capacidad mental, impidiendo retener en la mente la información necesaria para la tarea que realizamos. Todos hemos sentido alguna vez una dificultad de atención y concentración cuando hemos tenido una preocupación que nos absorbe.
Igualmente las falsas creencias que podamos haber interiorizado debido a mensajes negativos recibidos desde el entorno familiar, escolar y social contribuyen, de manera decisiva, en la auto percepción de la capacidad para aprender. Este auto concepto negativo a veces se materializa en una actitud reactiva hacia el aprendizaje. El miedo a confirmar una y otra vez la falta de capacidad hace que las personas se boicoteen dicho aprendizaje.
Por otro lado, está comprobado que el afecto positivo facilita el aprendizaje y aún más, permite desarrollar respuestas creativas, que de no haberse generado dicho afecto, no se hubieran producido.
   Por tanto, conocerse mejor, manejarse con las emociones teniendo en cuenta el contexto y expresarlas adecuadamente, no sólo mejora nuestra capacidad intelectual, sino que facilita y nos permite unas buenas relaciones interpersonales que son base del desarrollo integral de la persona y un seguro para la calidad de vida.
 Podemos deducir de todo ello que hacer del educar una oportunidad para adquirir o desarrollar las competencias y habilidades necesarias para vivir en sociedad con un estilo de convivencia participativo, de compromiso y de respeto, es un objetivo fundamental para la Escuela.
El entorno emocional es muy importante en todas las situaciones de la vida, pero es un factor de éxito o fracaso en cualquier institución educacional. Las emociones tienen una gran influencia en el aprendizaje significativo. Las ciencias cognitivas han establecido con certeza que emociones y aprendizaje tienen una relación íntima y determinante. Cambiar las tradicionales actitudes basadas en la autoridad y dotar de gran importancia a los vínculos que se crean en el ámbito escolar, es uno de los primeros pasos. Estos vínculos deben estar basados en la confianza, empatía y en las relaciones de mutualidad, bajo las que prevalece el respeto como elemento fundamental de las relaciones interpersonales. Son estos valores de confianza, respeto y mutualidad valores a crear y no un mero deseo; es algo que se hace a través de conductas concretas de relación.
Algunos elementos fundamentales que favorecen el aprendizaje y fomentan la convivencia son la conversación y la escucha. Para trabajar estos dos aspectos es importante el desarrollo de la empatía como capacidad de ver las necesidades y los motivos de los otros, de tal forma que se puedan dar los elementos necesarios para favorecer el entendimiento, aún dentro del desacuerdo.
   Podemos concluir que un entorno emocional propicio permitirá las relaciones de cooperación y de reciprocidades necesarias para facilitar la convivencia, la comunicación y el aprendizaje creativo.





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